El Tubo (I)

El trabajo y el placer se han unido para llevarme durante unas semanas a la capital maña. Mi entrada y salida de la ciudad siempre ha sido en tren, a través de la estación de Delicias.

He conocido a gente estupenda en el proyecto en el que he participado y la buena relación mantenida con mis compañeros ha permitido hacer varias incursiones por los bares de tapeo de la zona de ‘El Tubo’ y aledaños.

Entre los bares visitados mi recomendación es para los que os indico a continuación.

Bodeguilla de la Santa Cruz   (c/ Santa Cruz, 3 – Zaragoza)

La Bodeguilla es un bar pequeño con dos estancias, donde resulta fácil encontrar un hueco para degustar de pie unas tapas o raciones con tranquilidad. Como podeís ver en las fotos, las paredes conservan las estanterías y utensilios de la actividad que se hacía antes en este espacio (fábrica dulces y turrones Sebastián Gil).

Ofrecen tapas y raciones, modernas y clásicas, entre las que yo degusté: cremoso (queso con pasas), nido (morcilla y pimiento) y almendrado (espinacas y almendras). La camarera que me atendió fue amable y me obsequió con unas almendras al final de la consumición.

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Casa Oyarzun (Plaza del Carmen 1-3 – Zaragoza)

Sidrería vasca situada en la zona centro. Dispone de una barra, con numerosos pinchos, y comedor decorado con motivos vascos. Algunas de las especialidades de su carta son el chuletón de buey a la piedra, tortilla de bacalao y los pescados a la parrilla de carbón.

Como fue una cena ligera, entre compañeros, nos decantamos por la zona del barra, donde acerté con la elección de un buen bocata de huevos revueltos con salmón ahumado, tomate y espárragos trigueros, acompañado de unos txacolis. Como véis el bocata era generoso en materia prima, jugoso y contundente, pero como no quise marcharme sin un bocado dulce, así que eché un vistazo a la carta y descubrí que mi postre era el pastel de calabaza con helado de queso, sopa de mandarina y aceite de oliva virgen.

Este local cuenta con dos distinciones: un premio de cocina clásica tradicional en la categoría de postres, y un primer premio por su bocadillo de ternasco de Aragón.

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Doña Casta * (c/ Estébanes, 6 – Zaragoza)

Es uno de esos sitios de toda la vida, con vagaje y encanto, es decir, un clásico de la zona. Al igual que el anterior, dispone de zona de barra amplia, donde degustar buenos y variados pinchos, y zona de restaurante. Como la salida fue en grupo, nuestra opción fue permanecer en la barra y hacer unas rondas: la primera, con unas croquetas (uno de los pinchos por los que es reconocida la casa) de distintos rellenos: croquetas de bacalao y manzana, bacalao y trigueros, y boletus con foie (hay más rellenos). En la segunda, yo me decanté por la morcilla, gelatina de borraja, pimiento y arroz inflado.

(*) Foto del exterior tomada de zaragozadetapas.com